CARTA DE MIGUEL ÁNGEL VÁZQUEZ, PADRE DE FAMILIA

Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 1 de Julio de 2009.

Estimadas/os Señoras/es:

Antes de iniciar esta carta quiero pedirles permiso para entrar a su intimidad, para estar ahí donde sólo están ustedes y su dolor. Me pregunto: ¿podrá ese dolor compartirse? Si en verdad ese dolor que sienten ustedes, por la pérdida de sus hijos e hijas, puede compartirse yo quisiera que nos tocara un poquito de ese dolor, que a todos nos toque un poquito, que todo el país se duela con ustedes. Ponerse en sus zapatos o bien observar la vida con los lentes que ahora ustedes la miran, nos haría muy bien a todos, nos haría más humanos y más fuertes. Compartiendo ustedes su dolor (con nosotros) nos hacen pasar de la tristeza más grande a la exigencia de la justicia. No creo que haya denuncia más legítima que exigir justicia desde el corazón, desde el fondo del alma quebrantada. Porque cada niño que muere en las circunstancias que murieron sus hijos –que también podrían ser los nuestros- debería ser motivo suficiente para exigir justicia con el corazón, con el mismo corazón con el que les amamos. Lo que intento decir con estas palabras es que sea la fuerza del amor y no la del odio la que transforme, que sea el amor por sus hijos e hijas lo que nos haga luchar por un mundo con justicia. Que aquello que les mueve con dolor, amor y ternura sea la simiente de un cambio verdadero, de un gran cambio para el país, que ustedes sean ejemplo para el mundo entero que la fuerza del amor vence a la muerte, incluso la muerte de quienes más amamos… Dice Anthony de Mello: “Todo acontecimiento doloroso encierra una semilla de crecimiento y de liberación”… 

En esta hora de dolor y en este momento de tristeza, pero también de mucha esperanza, me uno con ustedes en su exigencia de justicia: Que loscausantes de este crimen respondan; que los poderosos dueños de las guarderías queden en evidencia y reciban una condena ejemplar; que el Estado y las instituciones reconozcan su violación al más elemental de los derechos humanos: el Derecho a la Vida…

Fraternalmente

Miguel Ángel Vásquez de la Rosa

Padre de Familia