7/3/09

SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO DE SONORA

Los abajo firmantes nos solidarizamos ampliamente con las familias de los cuarenta y ocho niños que han fallecido y de los que continúan hospitalizados, como consecuencia de los trágicos sucesos que tuvieron lugar en Hermosillo el día cinco de junio próximo pasado. Igualmente, sumamos nuestra voz al reclamo de justicia de miles de sonorenses y millones de ciudadanos de todo el país.

Consideramos que esta tragedia que ha enlutado a la sociedad mexicana por su magnitud, las características de las víctimas y las causas que le dieron lugar, es consecuencia de la lógica con que las autoridades mexicanas de todos los niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) pretenden resolver la crisis que se extiende ya a todos los ámbitos de la vida nacional. Las posiciones de poder en el gobierno, en la economía, en los partidos políticos, etc., han dejado de representar,  para la generalidad de quienes las ocupan, una oportunidad para servir a la sociedad y han terminado por convertirse, cada día más abiertamente, en un verdadero botín para hacer negocios que beneficien rápidamente a quienes ocupan los altos cargos públicos y a sus círculos de familiares y amigos.

 Y en este afán por lucrar, la seguridad y el bienestar de aquellos a quienes debían servir pasan a un segundo plano, hasta que suceden tragedias terribles, como ésta cuyas consecuencias estamos padeciendo ahora, y padeceremos seguramente durante muchos años más. Entonces sí, los responsables, los culpables, se esfuman. O se exhiben en luchas intestinas para no perder posiciones o ganar otras, mientras nuestra indignación crece. No permitamos una burla tal a nuestra capacidad para pensar: los responsables están en los altos cargos de los tres niveles de gobierno y sus parientes y amigos, los dueños del negocio (porque eso era antes que cualquier otra cosa: un negocio) llamado guardería ABC.

Por ello, para que tragedias como éstas no se repitan, por la memoria de los seres inocentes cuyas vidas fueron segadas tan tempranamente, y para proteger a nuestra población de las amenazas que se asocian a esta manera de conducir al país, debemos mantenernos firmes y no bajar la guardia hasta que los culpables sean sancionados de acuerdo con la magnitud de la tragedia y del dolor que han provocado.

 Fraternalmente

30 de junio de 2009

 DESDE TODO MEXICO

Ana María López Rodríguez , Manuel Aguilar Mora,  Eduardo Carrillo, David Delgado Viveros, Carlos Ferra Martínez , Enrique González Ruiz, Rafael Ortega Paczka, Martha Eloísa Valdivia Carreón, Eunice Ferra López, Jonás Torres Montealbán, Gloria Clementina Loza Escutia, Vladimir Delgado Loza, Jazmín Delgado Loza. Víctor Manuel Santos Chàvez, Amanda Yaolín Díaz Anguiano, Clara Loza Escutia, María del Carmen Loza Escutia, Lilia Loza Escutia, Sigifrido Loza Martínez, María Elisa Villaescusa, Elsa Castellanos López, Rosalinda Ávila, Sara Román, Susana Vidales, Carlos Martínez de la Torre, Jaime González, Ismael Contreras Plata, José Juan Grijalva, Armando Flores, Ricardo Martínez, Alejandro Gálvez Cancino, Jesús Peraza Menéndez, Claudio Albertani, Raúl Pérez Ríos, Raúl Villegas, Javier Guerrero, Pedro Echeverría, Alvaro Vázquez, Teresa Juárez, Elia Córdova Duarte, Mónica Pérez Taylor, Gero Ontiveros, Alberto Perez Schoelly, Román Munguía Huato, Ana Buenrostro Ibarra, Anna Paola Munguía Buenrostro, Natalia Munguía Buenrostro, Luis Román Murguía Buenrostro, Daniel Moreno Ramiro Francisco Munguía Huato Francisco Valladares García, Alvaro Vázquez Piña, Elbia Vázquez, Antonio Ceja. Antonio Orozco Michel, Martha Galván Saucedo, José Aguayo Acosta, Antonio Diosdado, Xicotencatl Padilla. Oscar Villegas, Jaime Gómez, Clara Ferri, Lamberto García Zapata, Víctor Hugo Zapata, Gustavo Monterrubio Alfaro, Fèlix Domínguez Acosta, Carmen Ponce 



Mañana la manifestación en apoyo a los familiares y al pueblo de Sonora partirá de las oficinas del IMSS en el Paso de la Reforma (Metro Chapultepec) a las 10.00 hrs. y se dirigirá a las oficinas del Gobierno de Sonora en Polanco.

 

 

¿Y LA LISTA SEÑOR CALDERÓN? por Epigmenio Ibarra

2009-07-03•Acentos

 

Me imagino que sus tareas electorales –ha estado usted sumamente activo, aunque no debiera, promoviendo a su partido y sus candidatos– le habrán dejado poco tiempo para gobernar y ocuparse en serio de asuntos tan graves como la muerte de los 48 niños en Hermosillo. Hablo, Sr. Calderón, de ocuparse realmente del asunto no de tomarse la foto, hacer de esas declaraciones, aunque tardías, estridentes que tanto le gustan o de mandar a sus sicarios –en el gobierno y en el partido– a sacar, cínicamente, raja política de la tragedia.

De perlas parece haberle venido a Germán Martínez, el camorrista de turno, la muerte, en condiciones tan terribles además, de tantos niños. Quiere Sonora para el PAN a cualquier costo y sin ningún pudor se ha dedicado a traficar con el dolor de los deudos y el estupor y la indignación que embargan a centenares de miles de personas en ese estado y en el resto del país.

Amarre a sus perros Sr. Calderón, que también eso es gobernar. Medrar electoralmente con la muerte no es moralmente aceptable, ni, eso espero de todo corazón, políticamente rentable. Ojalá quienes acudan a las urnas este domingo no caigan en la trampa y voten en consecuencia.

Pero no se equivoque; no defiendo al PRI de los embates del PAN. Ni en Sonora ni en ningún otro lado. Es más no advierto siquiera y con seguridad eso sucede a muchos mexicanos, la diferencia entre ambos partidos; juntos han llevado hasta sus últimas consecuencias el modelo neoliberal que tiene hoy a México postrado.

Pelean, como fieras de presa, por los despojos, es cierto, pero en tanto cómplices, ambos son responsables del desgarramiento profundo que vive el país.

Aunque se han dictado finalmente las primeras órdenes de aprensión somos muchos los mexicanos, Sr. Calderón, que aún seguimos esperando que su gobierno entregue finalmente, como lo ha prometido reiteradamente el director del IMSS y como es su obligación por ley, la lista completa de los propietarios de las guarderías subrogadas por esa institución.

¿Es tan difícil girar una orden a un funcionario y vigilar que la cumpla? ¿Es tan complicado poner en orden los papeles de una institución obligada por ley a transparentar sus procesos de contratación y a llevar un registro exacto y preciso de los mismos? ¡Son mil quinientos y pico de contratos carajo!; ¿Con quién los firmaron? Díganlo ya. ¿Por qué no revelan sus nombres? ¿Qué quieren ocultar? ¿A quién quieren proteger? ¿Por qué nos quieren tomar el pelo de nuevo?

Si durante años en una bodega sin ventilación, ni patio ni condiciones adecuadas de seguridad funcionó la guardaría ABC donde murieron 48 pequeños, ¿cuántas guarderías más en el resto del país, en estados mucho más pobres que Sonora, están en similares o peores condiciones?

¿Cuántos niños sufren el encierro y la falta de los más elementales recursos para su desarrollo? ¿Cuántos padres creen equivocadamente que dejan a sus hijos en buenas manos; porque además es su derecho y han pagado por ello? ¿Cuántas vidas pues están en peligro en este preciso momento y quiénes son los responsables tanto de la operación de esas guarderias-trampa como de la política de subrogación que les extiende a los mercaderes patente de corso?

Somos centenares de miles los que, indignados, hartos, cansados de tanta simulación queremos saber ya, sin dilación ni pretexto alguno, a quién, por qué, en qué condiciones se ha permitido hacer de los hijos pequeños de los trabajadores asegurados sólo un negocio más. Nueve cabezas en un crimen de este tamaño no son suficientes. Hay que ir –eso prometía Vicente Fox y es hora de cumplirlo– por los peces gordos; empezar la pesca con él y su pareja, no es por cierto, mala idea.

Pero la tragedia de Hermosillo, más allá de lo que la lista revele si es que algo revela al fin de las ligas entre poder y corrupción, no ha hecho sino poner de manifiesto el grado de descomposición de las instituciones. La seguridad social, la salud de los mexicanos sin recursos es, como tantas cosas más, hoy asunto de mercaderes.

Hasta en esto, la preservación del derecho a la vida y el cuidado de la salud de millones de mexicanos, el estado irresponsable y criminalmente, ha abdicado de su soberanía ante negociantes voraces y funcionarios venales que se encargan, mediante la correspondiente comisión, de repartir el botín.

En cualquier país mínimamente democrático la muerte de 48 niños en condiciones similares, resultado de una negligencia estructural del gobierno, de las políticas irresponsables de privatización impulsadas además con tanto empeño por quien (haiga sido como haiga sido) se hace cargo de la Presidencia de la República, hubiera provocado ya su caída.

No se confíe Sr. Calderón; no festeje en exceso o se lamente demasiado por los resultados de las elecciones del domingo. Hay vida más allá de las urnas y responsabilidades que rebasan el fuero. Abra el debate sobre la privatización del Estado y sus funestas consecuencias. Presente cuanto antes la lista y si no puede hacerlo entonces –Martí dixit– renuncie.

http://elcancerberodeulises.blogspot.com

 

eibarra@milenio.com

 

ENJUICIAR A MÉXICO, POR CARMEN ARISTEGUI

3 Jul. 09

 

A Rosario Ibarra.

 

 El próximo 7 de julio México enfrentará un juicio, no sólo ante la historia, sino ante el máximo tribunal de justicia continental: la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Será el juicio de un caso paradigmático cuya resolución será trascendente. México aceptó someterse a la jurisdicción de esta Corte, desde 1998, y por lo tanto está obligado a cumplir sus sentencias. Será ésta la primera vez que nuestro país será juzgado por un tribunal internacional por lo ocurrido durante la década de los setenta. El tiempo de la Guerra Sucia. Aquel periodo, que no se puede olvidar, en el que por más de una década fueron desaparecidas más de mil 200 personas, casi la mitad en el estado de Guerrero y 473 de ellas sólo en el municipio de Atoyac. México deberá responder por la desaparición de una de estas personas. Se trata de Rosendo Radilla Pacheco, quien fuera presidente municipal de Atoyac de Álvarez en 1955. Recordado como líder social destacado por su trabajo a favor de la educación y la salud de la comunidad. Era también compositor de corridos, muchos de ellos sobre Lucio Cabañas.

 

El 25 de agosto de 1974, Rosendo fue detenido de forma ilegal en un retén militar y visto por última vez en el ex cuartel militar de Atoyac. Treinta y cinco años después, nada se sabe de él y nadie ha respondido por su desaparición. Cuenta su hijo Rosendo, con 11 años de edad entonces y quien lo acompañaba de regreso a Atoyac después de haber llevado a su familia -con 12 hijos- a un lugar más seguro, que cuando vio que los militares iban a detenerlo les preguntó: -¿De qué se me acusa? -Tú compones corridos, le dijeron. -¿Y eso es delito? -No, pero mientras ya te chingaste. Y se lo llevaron. Apenas alcanzó a darle un dinero al pequeño para que se regresara. Nunca más se supo de él. Como ocurrió con tantos otros. Como sigue ocurriendo hoy en día. El Estado mexicano tendrá que responder ante este tribunal qué fue lo que pasó con Rosendo y al responder por él estará respondiendo, de alguna manera, por lo que ocurrió con todos los demás.

 

Hasta hoy, el Estado mexicano -a diferencia de otros países que han procesado delitos cometidos desde el poder en contra de la población, en periodos de dictadura y autoritarismo, de forma mucho más decidida- ha sido renuente a reconocer con amplitud sus responsabilidades en estos delitos y, en consecuencia, hacerse cargo de lo que le toca. Los representantes del Estado mexicano han sido, en este sentido, no sólo omisos, sino mezquinos frente a la injusticia, el dolor y el luto continuado que significa para familiares, amigos y compañeros que no han sabido, por décadas, si a los que se llevaron se les mató, se les mantiene recluidos en alguna cárcel clandestina o viven -¿quién lo sabrá?- en algún lugar desconocido. Nadie que haya escuchado la narración de un hijo, de una esposa, de un hermano o de un amigo de algún desaparecido puede quedar indiferente sobre lo que esto significa. Viven siempre con un hilo de amargura. Con el dolor inmenso de la pérdida. Con el abismo de la incertidumbre. Y, sin embargo, desarrollan también, porque conozco a varios, una fuerza que los vincula y que los hace luchar por un anhelo infinito: que vuelvan, que regresen, que se haga justicia y que no se repita lo que ocurrió. Los que perdieron a alguien por la acción criminal de gobiernos que persiguieron, torturaron, asesinaron y silenciaron a los disidentes, a los críticos o a los insurrectos del régimen autoritario abrigan ahora una pálida expectativa con este juicio internacional. El resultado de la sentencia podría tener implicaciones para las miles de personas que en este país deben ser consideradas como víctimas de la brutal represión que marcó ese periodo en la historia de nuestro país.

 

La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos presentaron junto con la familia de Radilla una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que fue admitida en 2005. En 2008 la CIDH presentó la demanda ante la Corte Interamericana en contra del Estado mexicano, que estará representado por el ex procurador Daniel Cabeza de Vaca y por el embajador Juan Manuel Gómez Robledo.

 

PIDO CASTIGO, DE PABLO NERUDA

Ellos trajeron los archivos repletos

los tanques llenos de gasolina,

ellos provocaron el acerbo exterminio,

ellos aquí encontraron un pueblo que lloraba,

un pueblo con dolor y por amor reunido.

 

Y la delgada niña cayó con su muñeca,

y el niño sonriente rodó a su lado herido por las llamas,

asfixiados ambos por el humo letal

y el estupor del pueblo vio caer a sus muertos

con furia y con dolor.

 

Entonces, en el sitio

donde cayeron los asesinados,

bajaron las banderas a empaparse de sangre

a mancharse de cenizas

para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

 

Por estos muertos, nuestros muertos

pido castigo.

Para los que de sangre salpicaron la patria

pido castigo.

Para el verdugo que permitió esta muerte

pido castigo.

Para el traidor que firmó la subrogación que permitió el crimen

pido castigo.

Para el que dio la orden de convertir un almacén en guardería

pido castigo.

Para los que defendieron y siguen defendiendo a los asesinos

pido castigo.

 

No quiero que me den la mano

empapada con la sangre de nuestros hijos

pido castigo.

No los quiero de funcionarios,

tampoco en su casa tranquilos.

 

Los quiero ver aquí juzgados

en esta plaza

en este sitio.

Quiero castigo,

 

Quiero castigo.